Hace años que no escribo en el blog. Por algunos motivos, la chispa inicial se quedó atada al fósforo que la había generado, y la llama no logró permanecer.
Ahora trataré de darle un poco de gas y oxígeno para que las palabras que me queman en la cabeza puedan incinerar el cyberespacio. ¿Demasiado pretencioso? Sin duda. Pero bueno, es la fugacidad de la llama que quema y se consume en un mismo acto.
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